#27 Vietnam - Quang Tri, Da Nang, Ho Chi Minh





Después de separarnos de Bac seguimos haciendo dedo, durmiendo en alguna que otra ciudad y probando los manjares típicos hasta llegar a la zona desmilitarizada. Allí queríamos visitar el centro de una ONG que dedica sus esfuerzos a ayudar a la población a detectar minas, retirarlas y también hace tareas de sensibilización y ayuda a los afectados. Éste se encuentra en la provincia de Quang Tri, una de las zonas más bombardeadas en la historia de la humanidad, en el periodo de la guerra de Vietnam (1954-1975). El ejército estadounidense lanzó más de 15 millones de toneladas de bombas (350000 toneladas en esta provincia) el 10% de las cuales no estallaron. Estos restos de explosivos han matado o herido a más de 100000 civiles desde que la guerra terminó (muchas víctimas son niñxs). La ONG se encarga de formar a sus trabajadorxs para saber actuar cuando un civil da el aviso de haber encontrado algún explosivo en sus tierras, si no ha explotado hacen detonaciones controladas y retiran el material. Además dan charlas informativas, especialmente en escuelas, para que lxs niñxs sepan que si encuentran algún resto de explosivo no deben tocarlo ni jugar con él sino dar el aviso. Esta organización también ayuda a los damnificados proveyéndolos de prótesis y sillas de ruedas ya que muchos perdieron algunas extremidades en las detonaciones. 


Por fin me subo a un camión de este tipo, en el interior tenía casi un apartamento!


Con el camionero y su sombrero del ejército vietnamita.


Chipi con el sombrero que posteriormente el camionero le regalaría.

El majo que iba a Hanoi pero se desvió para llevarnos a los túneles de Vinh Moc.

Lxs majxs que nos vieron caminando bajo la lluvia y nos llevaron hasta Dong Ha.



 

Después de esta visita y de recargar pilas en un hostel cercano nos fuimos a visitar los túneles de Vinh Moc. Éstos, a diferencia de los de Cu Chi, fueron construidos y utilizados por la población civil para sobrevivir a los constantes bombardeos. En la zona había diversos pueblos subterráneos como el que visitamos pero este es el que mejor se conserva. La experiencia fue muy interesante y pudimos ver con nuestros propios ojos la perseverancia y espíritu de supervivencia de lxs vietnamitas. Estuvieron casi 3 años cavando con rudimentarias herramientas, túneles de hasta 30 metros de profundidad (ya que vieron que los primeros, de menos metros, no eran suficientemente hondos para sobrevivir a los bombardeos). La gente hacía vida subterránea por lo que no sólo había un entramado de caminos bajo tierra sino también diferentes salas que servían como habitaciones, cocinas, parterías, guarderías, escuelas y todo lo que os podáis imaginar para hacer vida sin necesidad de salir al exterior. A medida que avanzábamos me metía en la piel de esa gente que vivió años bajo tierra, especialmente la infancia que nació y creció en esas condiciones, y las secuelas que esa vida de oscuridad -se iluminaban con lámparas de aceite- debieron dejar en su neurodesarrollo. En mitad de la visita nos sorprendió un señor local que nos mostró parte del itinerario y nos explicó, con señas, que él era uno de los bebés nacidos bajo tierra. Este hombre tenía dificultades para caminar y también discapacidad intelectual, como muchos de los afectados por el “agente naranja”. Y es que al ejército estadounidense no le bastó con bombardear a la población sino que también roció miles de hectáreas con potentes herbicidas -8 millones de litros- que hicieron que muchos de los bebés que nacieron durante y después de esa época tuvieran secuelas físicas y mentales tales como malformaciones y/o diversidad funcional. Os dejo con algunas de las imágenes de nuestra visita para que os hagáis una idea de lo que sentimos al adentrarnos en el pueblo subterráneo de Vinh Moc. 



Señor que nació en los túneles.


Foto de bebés nacidos en Vinh Moc.


Sala de reuniones, obras de teatro, conciertos,…

Recreación de gente haciendo vida bajo tierra.

Cráter de bomba y detrás, el Mar de China.





Después de la intensidad de estas visitas pasamos un par de días en Da Nang para descansar y reencontarnos con nuestra amiga Lis, la chica alemana que conocimos en Malasia, que volvimos a ver en Tailandia y que ahora también estaba en Vietnam. Ella ya está en el final de su viaje y en breve volverá a casa así que compartimos un mate en una playa de la ciudad como despedida. 


Nuestra bonita amiga Lis.


Un dragón en Da Nang.

Al día siguiente volamos a la capital del país, Ho Chi Minh, la antigua Saigon que fue renombrada después de finalizar la guerra en honor al líder revolucionario. Y aunque las grandes ciudades nos cuestan a ambxs, aquí tuvimos una de esas experiencias que te expanden el corazón. Nos alojamos en la humilde casa de Lan y Huy, un matrimonio local que nos acogió con amor, amabilidad y mucho interés en conocer nuestra manera de viajar. Dormimos en una cama asiática tradicional -en vez de colchón una esterilla de madera-, por suerte teníamos nuestros colchoncitos inflables que tanta comodidad nos aportan en ocasiones como esta. Compartimos comidas vietnamitas y también nuestra clásica tortilla de patatas. 


Desayuno vietnamita en casa de Lan y Huy. 

Huy, el hombre que nos preparaba comidas con amor y nos expandía el corazón en cada interacción -y sin hablar nada de inglés-.


Al día siguiente nos reencontramos con Hoang, nuestra primera anfitriona en Vietnam, que vino a la capital a hacer unas gestiones. Cruzamos la ciudad en su moto y sobrevivimos a la experiencia, y como premio nos invitó a comer a un restaurante vegetariano bastante fuera de nuestro presupuesto en el que probamos deliciosos platos vietnamitas.


Compartiendo con Hoang.


La guinda del pastel fue nuestra última tarde en la ciudad, en la cual visitamos un templo -o Pagoda- budista con el matrimonio que nos alojaba y pudimos participar del ritual de la tarde: después de que uno de los monjes tocara durante varios minutos una gran campana, nos sentamos en el suelo y escuchamos -e intentamos cantar- los mantras que todos cantaban. Fue una hermosa despedida de la religión budista ya que los países que seguían en el itinerario ya no lo son. Además, Lan y Huy nos invitaron a cenar a un vegetariano local donde pudimos probar más delicias de su cocina adaptadas a nuestra dieta. Gracias a esta bonita pareja nuestro tiempo en la ciudad, que podría haber sido agobiante y ruidoso, se convirtió en una de las grandes experiencias de nuestro viaje. Esa noche volamos hacia Manila, Filipinas, después de una gran despedida en la línea de toda nuestra corta pero intensa aventura en este país. Cảm ơn Vietnam y hasta pronto. 




Gracias Lan y Huy por tanto amor 🧡 


Comentarios

  1. Muchas gracias por los comentarios y las fotos
    Nos gustó conpartir vuestra experiencia
    Un abrazo

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