#30- Filipinas / Palawan



Barco típico filipino.

Pensaban que ya no escribiríamos? Alguien pensó que la escritura era un hobby que se nos pasaría rápido? Pues no, tus amigas viajeras acá van con su post número 30. 

Comenzaré explicando nuestra experiencia en Coron, primera isla a la que llegamos de la provincia de Palawan, provincia que más  turismo recibe tanto local como internacional y de la que tanto nos habían hablado tanto locales como otras viajeras. 



Cascada en Port Barton.

Llegamos en el ferry por la noche y casi por accidente encontramos un lugar para dormir que se convertiría en nuestra casa por una semana, pudimos reencontrarnos con cosas que nos gusta hacer pero que durante el viaje solo se dan en ocasiones particulares, como cocinar en una cocina con utensilios mas allá de nuestra olla de camping y los cubiertos de plástico del decathlon y comer cosas que necesitan heladera o una procesadora. Además de disfrutar del arte culinario propio y alguna que otra comida en un restaurante vegano (sí, leyeron bien, un restaurante vegano en Filipinas) decidimos hacer 3 inmersiones más de buceo 🤿 por las atracciones del lugar: barcos hundidos japoneses de la Segunda Guerra Mundial y un arrecife de coral con maravillas únicas como esta almeja eléctrica que pese a disimularlo muy bien, realmente no tiene electricidad.



Almeja eléctrica.



Barcos hundidos por donde buceamos. 



Pudimos ver una tortuga verde en cuanto nos tiramos al agua pero bastante a la distancia y con una visibilidad no tan buena. 




La experiencia de poder visitar los barcos hundidos fue excitante y desafiante por partes iguales, ya que contaba con pasillos estrechos y oscuros que pusieron a prueba nuestras habilidades como buceadores, pero la mejor parte de todas fue al ingresar a algunas zonas del barco que al estar de lado y tener espacios diversos, nos hizo experimentar una sensación de ingravidez aún mayor que la habitual bajo el agua. 



Vídeos auspiciados por nuestra compañera.



Tuvimos la suerte que una compañera del buceo tenía una gopro y por eso podemos compartirles estas imágenes y así también el momento en el que encontramos a Nemo. 



Además de bucear, fuimos caminando hasta un lugar de la isla donde agarramos un kayak para ir a otro paraíso subacuático, 7 pecados es su nombre en Filipino, y la verdad es que era un lugar donde, el universo o Dios como más les guste, despilfarro en belleza y diversidad. Son 7 micro islas que recorrimos haciendo snorkel y nadando para ver la diversidad de corales y colores más increíbles de nuestra vida, todo tipo de especies, tamaños y colores que iban en la gama del verde al rojo pasando por fractales violetas y peces amarillos. Nos habían dicho que podríamos ver alguna tortuga pero no fue el caso. La diversidad nos expandió los límites imaginarios en el fondo del mar, aunque el precio a pagar por parte de Fabienne fue un poco alto, recibió la quemada más grande de su vida en la espalda pese a haber usado remera y protector. El sol fue cosa seria. 


Tras esa experiencia hermosa nos subimos a otro ferry con destino a “El Nido” punto fuerte del turismo de la provincia, viendo los precios desorbitados y las hordas de gente por las calles no duramos más que una comida y salimos a dedo rumbo al norte en búsqueda de una playa donde quizás podría surfear, spoiler alert, pero finalmente no pude. Resultó ser que la temporada de olas se había acabado unos días antes y el mar era un billar de plano cada día. Me conformé andando un poco en skate y decidimos irnos en busca de algo nuevo no sin esfuerzo por medio. A Fabienne la picaron un aproximado de 60 moscas de arena antes de salir, que son diminutas pero que generan un picor exponencialmente mayor a los mosquitos y de una duración cercana a la semana y en algunos caso más, situación que hizo el día de dedo aún más duro. 

La idea era llegar a dedo hasta Port Barton, un lugar más tranquilo y amable que El Nido.  La ruta no era fácil, poco tráfico desde origen hasta destino que la ruta se encargó de equilibrar, hicimos 5 tramos en los cuales nos recogió el primer coche que pasó. Para llegar necesitamos prácticamente todo el día y un par de caminatas al rayo del sol y con las pesadas mochilas que nos hicieron tener dolor de espalda y agotamiento por largos días. La parte buena de la historia es que donde llegamos era exactamente todo lo que veníamos necesitando, tranquilidad, playas bonitas, comida rica y hasta lluvia que nos trae ese poquito de frío que nuestros cuerpos agradecen después de largos meses sin invierno ni estaciones.

Tras llegar a una cabaña que se acerca mucho al paraíso, decidimos hacer el primer tour del viaje e ir en busca de poder ver alguna tortuga.



Vista desde nuestra cabaña.

Cuando subimos al barco que nos llevaría hacia diferentes islas, no fue sorprendente descubrir que nuestras compañeras de expedición estaban más preocupadas por beber ron y sacarse fotos que por buscar las bellezas del fondo marino. 

Pero eso no desvió nuestro deseo y perseveramos en la búsqueda. Nos tiramos en 2 islas primero pero no pudimos verlas y antes de hacer la parada para comer finalmente lo conseguimos. El capitán marcó la tortuga y ahí fuimos. A diferencia de la anterior experiencia, esta ejemplar estaba completamente tranquila en el fondo del mar comiendo y buscando comida. La emoción de poder verla de cerca pero sin molestarla fue hermosa. Sacamos las cabezas fuera y nos transmitimos la emoción que sentimos pero ambas sentimos que nos hubiera encantado verla nadando, y al instante siguiente metí la cabeza en el agua y ahí estaba ella nadando hacia la superficie para respirar. Así que empezamos a nadar y salió a la superficie a no más de un brazo de distancia mío por lo que la pude ver en su máximo esplendor hasta que decidió volver a sumergirse y pudimos apreciar su nado que se acerca más al vuelo de un pájaro que al nado de un pez. 

Inundados de alegría y maravillados por la belleza de este animal, el resto del tour estuvo de más porque ya habíamos conseguido ese recuerdo imborrable.



Foto capturada por Fabienne en pleno momento de contemplación de la playa.


Además debemos mencionar que en la cabaña en la que estamos durmiendo nos adoptó un hambriento pero muy bonito gatito, el cual trepa por nuestras paredes por las noches y se escabulle por nuestro techo en búsqueda de un poquito de amor que somos incapaces de negarle. Y como si fuera poco el felino adoptivo también nos hicimos amigas de una perrita de la playa que algunos días también nos acompaña para hacer de nuestra estadía un mejor momento. 



Nuestras amigas peludas. 

Gracias por seguir leyéndonos y el próximo post probablemente sea desde la selva más antigua del planeta, o quizás no… lo averiguaran en el proxim… es broma no somos vendedores de escritos. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

#16 Tailandia - Nakhom Sawan, Lampang y Chiang Mai

#31 Borneo