#18 Vuelta por el norte tailandés.


Noche en el primer templo budista.

En uno de los hostel en Chiang Mai conocimos una mujer polaca que hablaba castellano muy bien y vive en Islandia. Se preguntaran ¿y eso que tiene que ver con el comienzo de este blog? y están en lo cierto, no tiene nada que ver pero esa mujer sembró una semilla en nuestra cabeza y era la de hacer una ruta circular por el norte de Tailandia, uniendo 3 provincias en moto. 

De tanto andar en moto en mi mente empieza a dar vueltas por ahora a modo descabellado conseguir una moto con un carrito al lado y techo de lona (muy usado por esta zona). Para mi esa moto tiene una narrativa épica, pero de momento no nos convencemos lo suficiente. Pero el viajar en moto estaba a la vuelta de la esquina y así fue que tras esa idea empezamos la búsqueda de nuestro vehículo para hacer el mini viaje. La ruta sería de unos 700km, y a juzgar por el camino de Pai, podía tener subidas, bajadas y muuchas curvas por lo que velando por nuestra seguridad buscábamos un ejemplar en buen estado, principalmente de neumáticos. Caminamos y entramos a cada puesto y puestecito que tuviera motos en el exterior con un cartel de “for rent”, en castellano en alquiler. No era poca la oferta pero nuestra búsqueda de precio y calidad volvió la misma una pizca mas difícil. 

Finalmente lo conseguimos, una honda click 125 automática scooter para tener espacio donde llevar una mochila en los pies del conductor. 



Nuestra digna moto.


Una vez que conseguimos la motocicleta organizamos lo que necesitábamos para la aventura y llegamos a la cuenta que necesitaríamos dejar la mochila grande en algún lugar. Así se nos vino a la mente Peter, nuestro amigo del dedo rumbo a Pai, y le escribimos. 

Amablemente decidió que su hija nos guardaría las mochilas durante el tiempo que necesitáramos y así fue. 

Sin otras cosas que organizar y con la cabeza puesta en acción comenzamos a rodar. El primer día sería la distancia desde Chiang Mai a Mae Sariang, unos agotadores 190km que nos dejarían en un pueblo que no tenia mucho mas que campos, algunos super mercados y un templo. En ese momento caímos en la cuenta que lo bonito del viaje sería el camino y sus curvas, en otra palabras, disfrutar de cada momento tanto sea arriba como abajo de las dos ruedas porque los puntos en el mapa no tendrían una belleza fotogénica. 


Nuestra moto al lado de una moto de verdad hecha para viajar, Mae sariang.


Al llegar con un poco de frío fuimos a un café donde compartimos un mocha y nos hicimos unos panes con mantequilla de maní que nos supieron a gloria. Tras degustar ese manjar emprendimos búsqueda de algún lugar donde armar la carpa. Decidimos que la sacaríamos al juego porque nos cansaríamos de cargarla si no le dábamos uso. Preguntamos en un campo y no recibimos una positiva pero en ese momento se me prendió la lamparita, y me acordé que en algún blog había leído que en los templos budistas los monjes te permitían acampar, así fue como subimos al templo en la colina y esperamos que algún monje se asomara para pedirles permiso. Pasó un rato, dimos vueltas, jugamos con los perros, meditamos y finalmente pudimos hablar con el monje. Hablar quizás no es el verbo mas oportuno porque le escribimos en el traductor lo que buscábamos y él, entre Thai y señas, nos dijo que buscáramos el Buddha grande con un cielo despejado (o eso interpretamos) y ahí podríamos dormir. Así que ahi fuimos cuesta arriba en busca de la estatua y el cielo, lo encontramos pero no parecía el lugar oportuno por lo que tomamos unilateralmente la decisión de reinterpretar el mensaje y ponernos en el lugar que mas nos gustara. El lugar era enorme, varias estatuas y altares, casas por todos lados inhabitadas y parques radiantes. En uno de esos parques decidimos que construiríamos nuestra casa. Cerca nuestro había agua, enchufe y un templo, suficiente para nuestras pretensiones del día, pero no fue hasta la mañana siguiente cuando pudimos dimensionar el bellísimo lugar en el que estábamos, las estrellas se veían de todos los tamaños e intensidades, la temperatura era soñada y la pachamama ambientaba musicalmente la penumbra. Al salir el sol, el templo reflejaba brillos por cada esquina como si fuera un diamante, y ese lugar era aún un poco mas bonito que la noche anterior. 


Templo que brillaba al sol al lado de nuestra carpa.

Como si fuera poco mientras desayunábamos se acercó otro monje con una bolsa de donaciones (cada mañana salen a caminar y la gente les entrega donaciones junto con rezos y cariño). Al estar comiendo rechazamos inicialmente la propuesta pero contraofertó haciendo señas  de que vivía en abundancia. Aceptamos la bolsa y agradecimos el hermoso gesto. 


Aunque seamos occidentales, no desayunamos coca cola señor monje, pero muchas gracias…


Después de poner la vara tan alta en la primer noche agarramos la moto y salimos rumbo a nuestro próximo destino, nos separaban algo así como 70km hasta Kuhn Yuam pero al llegar nos dimos cuenta que había pocas opciones para alojarnos y continuamos por nuestro rumbo hasta la capital del estado Mae Hong Son, unos 60 km más. Llegamos bastante cansadxs luego de haber hecho en dos días la mitad de la distancia prevista para la vuelta. 

Uno de los grandes aprendizajes que me han dado los viajes que he tenido la suerte de hacer es que planificar es una tarea necesaria pero también lo es estar abiertx y flexible a lo que pueda suceder, de lo contrario nos perderíamos de muchas experiencias de esas que terminan convirtiéndose en el que contar. 

Y como nuestros planes cambiaron ahora tocaría hacer distancias mas cortas y transitar la ruta mas despacio y disfrutando del camino que era la gran perla. 


Atardecer en el refugio de forestales.


En nuestro tercer día de viaje hicimos una distancia de 70km y paramos para comer en nuestro destino, Pangmapha. Esos destinos que posiblemente no pararía ningún tour ni excursiones, no sabemos al día de hoy si había algún hospedaje o no, solo sabíamos que esa noche tocaba acampar así que tras una siesta al pasto frente a una escuela, dimos una vuelta en busca de un lugar para armar nuestra casa. Dimos vueltas en busca de templos, lugares tranquilos y demás pero terminamos volviendo frente a la escuela, es que era un lugar bonito y plano donde podríamos dormir perfectamente (y eso que todavía no conocíamos del todo las dimensiones). Nos acercamos tímidamente a preguntarle a un hombre, con traductor en mano, donde podríamos acampar, a lo que respondió rápido y sin titubear que ahi mismo. Nos señalaba lugares mientras hablaba en thai por lo que hicimos nuestras interpretaciones y elegimos el sitio que mas nos gusto, al lado de una estatua del gran Buddha. La sorpresa fue cuando empezamos a recorrer el lugar, tenia baños con duchas, una especie de restaurante, un mirador hacia una colina y en lo más bajo un rio corría refrescando la respiración y los poros. 

No entendíamos muy bien qué era el lugar pero parecía algo de carácter estatal por sus banderas y las ropas de las personas. Fue ahi que empezamos a especular si eran policías, guardias civiles, bomberos o qué. Lo descubriríamos horas mas tarde cuando el alto rango del grupo llegó con su camioneta y estacionó denotando claramente su status, es decir en pocas palabras, en el medio del lugar y como le salió de sus testículos. Mientras degustábamos de una deliciosa cena de campamento (aguacate y huevos sobre pan bimbo) se acerca un subordinado (el que más inglés hablaba) con un plato de papas fritas y keptchup enviadas precisamente por “the boss”, el jefe en castellano. Cuando lo vimos acercarse pensamos que nos diría algo por estar haciendo un fuego pero no, preguntó si teníamos frío y acercó un poco mas de leña a la hoguera. 

Minutos mas tarde nos acercamos para lavar los platos y entablamos conversación con el jefe que hablaba mejor inglés. Eran forestales, guardabosques. Nos miramos con Fabienne incrédulos de como podíamos estar haciendo un fuego en el preciso lugar de base de los forestales y seguíamos cordialmente hablando con el jefe. Le chupamos un poco las medias por la importancia de su trabajo y nos ofreció arroz en bamboo y whiskey. Mientras tanto por detrás se acercaba quien se convertiría en nuestro amigo, Mod.


Con nuestro amigo Mod.


 Con un hacha en la mano y energía como si no fueran las 21hs, se puso a cortarnos mas leña para alimentar el fuego y nuestro amor por él. Se acercaría mas veces a nuestro fuego a “conversar” con señas y compartir el calor del fuego. También nos dio la contraseña del wifi y un lugar donde cargar los teléfonos a lo que agradecimos con un poco de chocolate, que dudamos le haya gustado por lo amargo que era y su posterior rechazo al siguiente ofrecimiento. 

La mañana siguiente nos bañamos en el rio y disfrutamos del sol que nos calentaba mientras que en el lugar había mucho movimiento de gente y actividades. Nuestro amigo Mod nos despidió diciendo que se iba para Pai a trabajar pero deslizando que nos veríamos a la noche. Eso no pasaría pero la foto con el fenómeno nos permite recordarlo con cariño. 

Para nosotres el destino era el mismo que para Mod pero iríamos solo después de disfrutar un baño en el frío pero rico río. 


Secando rastas al sol.


Tras recoger todo y secarnos condujimos hacia la ya conocida Pai. Al arribar nos dirigimos hacia donde nos habíamos alojado con anterioridad pero pidiendo simplemente un lugar donde armar la carpa. Al reconocerme, el constructor que estaba trabajando en el lugar, nos buscó un lugar donde armar la carpa bajo un toldo, nos acercó un alargue donde cargar los celulares y hasta nos puso un foco para tener luz en la venidera oscuridad. Luego de armar el chiringuito me fui a bañar y en el camino me interceptó el mismo hombre, por entonces ya mi amigo, para ofrecerme whiskey y cigarros. Al rechazar su buena voluntad en forma de vicios lo sorprendí pero respondió “good good” como quien sabe que los vicios no conducen a nada bueno, pero los utiliza como su única manera de regulación tras un agotador día de trabajo, lo único que pude decir fue “salud”. 


Camino a Pai.

La mañana siguiente nos levantamos, hicimos un poco de yoga, disfrutamos de la calma y el sol por un rato, desayunamos algo rico según nuestros estándares y continuamos rumbo las 762 curvas que nos conducirían nuevamente hasta Chiang Mai. Pero nos lo tomaríamos con calma y pararíamos a mitad de camino para no sobrecargarnos con tantas horas de moto. 

Nuestro camping sería ni mas ni menos que otro templo budista, pero esta vez lejos estaba de asemejarse al primero, estaba visiblemente abandonado al destino, con pasto y hierbas de meses sin cortar, baños que no tenían agua y perros que ladraban por cualquier tipo de movimientos que hiciéramos como avisándonos que ese lugar no era el ideal para nosotres. Pero no fue hasta la mañana siguiente cuando comprobaríamos el mensaje canino. Nos despertó el ruido de gente pasando alrededor de la carpa. El despertador marcaba poco después del amanecer pero la actividad que escuchábamos era abrumadora por lo que decidimos salir, pero justo antes de hacerlo oímos una risa sumamente inquietante, paramos un momento nuestros movimientos y se cayó. Decidimos salir a ver y no había nadie a los alrededores pero pronto se acercó el monje y mas gente y comenzaron a limpiar y hacer cosas en la zona, como si nuestra salida de la carpa hubiera habilitado la acción en la zona del templo. Recogimos nuestras cosas a las apuradas y nos pusimos en una zona mas tranquila donde pudimos contemplar lo que estaba sucediendo, un ejército de fieles, desmalezadora en mano, estaba haciendo la limpieza que tanta falta le hacía al templo. Si, estarán pensando lo mismo que nosotres, tuvimos la infinita fortuna que todas esas acciones tuvieran lugar ese día y a esas horas para despedirnos de la última noche de la vuelta. 

Ese mismo día cubrimos los últimos kilómetros que nos separaban de nuestro destino y origen. Cansados pero honrados de todas las experiencias y lugares conocidos nos dormimos una siesta merecidisima y reconfortante tras la paliza de kilometraje recorrido. 

Gracias por haber leído hasta acá y nos encontramos en el próximo post para cerrar nuestra estadía en el país de las sonrisas. 

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